Entre dos aguas, entre dos superficies,
con el corazón en un puño,
a medio vestir,
medio desnuda,
con el alma medio encogida,
con medio cuerpo dentro y otro medio por salir,
con un pie en el interior y el otro fuera,
un nudo mudo en la garganta,
un ansia que detiene,
una calma que acelera,
un bloqueo circundante,
un ángel exterminador que aparece cuando menos te lo esperas.
Nada por hacer,
solo es posible aguardar.
Entre dos aguas,
entre dos temperaturas,
entre el frío y el calor,
entre el día y la noche,
entre Pinto y Valdemoro,
entre el odio y el amor;
atrapada en un agujero negro,
de vacaciones en el triángulo de las Bermudas,
así estoy yo sin saber de ti,
esperando a ese buen hombre que suele llamar dos veces.
Entre dos aguas, mi amor,
me desintegro en fragmentos,
me derrito cual cubito,
me deshago en pedacitos
que se esparcen por el suelo,
mientras me duelo y no puedo
ya moverme ni un centímetro.
Atrapada en un rincón,
perdida en el espacio-tiempo,
sin tiempo para esperar
y sin lugar para hacerlo.
Me consumo por momentos
y en un momento cualquiera
pienso si el ángel se fuera
y me dejara salir
de este punto sin fronteras,
de este adimensional lugar
donde ni siquiera existo
mientras no sepa de ti.
Solariana Penalva
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