"Escribir es soñar despierta, imaginar en palabras, grabar los pensamientos, atravesar muros, saltar barreras, burlar límites, traspasar fronteras, vivir en libertad"
Solariana Penalva

lunes, 14 de junio de 2010

Como dos gotas de agua

Poema inspirado en la famosa frase del Conde de Lautréamont «bello como el encuentro fortuito, sobre una mesa de disección, de una máquina de coser y un paraguas»



Como una máquina de coser antigua

creando piezas de moderna moda,

inventé un día el conocerte

y tú me seguiste la broma

como un paraguas viejo,

abierto o cerrado, no importa;

y en la mesa de operaciones,

me hiciste el amor como a una idiota.



Transeúntes en el jardín del amor,

tropezamos con solemnes margaritas,

mientras las ranas saltaban a nuestro alrededor

y los grillos te mordían la camisa.

Fue entonces cuando me levantaste la falda

y hundiste en mis interioridades esa cosa,

entre dura, espesa, dulce y un tanto resbalosa,

que, no sé muy bien por qué, me hizo jadear burlona.



Pero, imposible nuestro amor, nos sumergió en la ruina,

tú, máquina de escribir y yo, sombrilla;

o... ¿era yo máquina de coser y tú paraguas?

vahhh, ¡¿qué importancia tiene eso?! ¡es solo una tontería!

Además, como agua y aceite, ya no pudimos separarnos...

Como la noche y el día, seguimos persistiendo en nuestras manías.

Yo salía en busca de tu cosa y,

como jugando al ratón que te pilla el gato,

te tenía detrás, dispuesto a cazar las mías.



Si no recuerdo mal, me tocaste en una tómbola,

y yo a ti te toqué en un sorteo de la lotería.

Y entre tanto tocarnos el uno al otro,

nuestros cuerpos parecían echar chispas...

Nos mordimos los labios y el culo

y, en un descuido, me penetraste aquel día

el corazón con tus dulces palabras,

tanto que perderlas me parece una agonía.



Hechos el uno para el otro somos,

como dos engranajes de relojería;

una pieza, de reloj de caballero,

y la otra, del Big Ben, me da la risa.

No sé cuánto puede perdurar aún esta locura,

ni de qué fecha data nuestra romántica aventura,

pero tengan por seguro ustedes

que dos personas tan afines no encontrarán en la vida;

como dos gotas de agua parecemos,

la una, de agua hirviendo y la otra, de agua fría,

como un témpano de hielo.












Solariana Penalva

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